sábado, 26 de marzo de 2011
EL MAL DE OJO
EL MAL DE OJO
Vivimos en el albor del siglo XXI y a pesar de los progresos de nuestra sociedad aún perviven entre nosotros algunas creencias y tradiciones de nuestra riquísima cultura oral. Entre ellas se encuentra el llamado mal de ojo que no tiene una explicación precisa, aunque se sabe que lo provocan personas con poderes especiales en la vista. Dicho mal puede afectar a personas (niños y adultos), animales y plantas. Hay personas que saben de su capacidad de “aojar” y cuando ven un bebé que les llama la atención le hacen llorar para evitarlo. Las madres precavidas ponen entre las ropas de sus hijos escapularios o evangelios y también colocan lazos rojos para evitar el mal de ojo.
Para poder quitar el mal de ojo hay que tener “gracia”. Tienen esta gracia los que lloraron en el vientre de la madre veinticuatro horas antes de nacer y también los que vinieron al mundo el día de Jueves Santo. Además de tener gracia hay que aprender las fórmulas que se van transmitiendo de unos a otros con precaución para no desvirtuarlas. Para que tenga efectividad el ritual sólo se enseña el Jueves Santo a las 12 del mediodía.
Las manifestaciones del mal de ojo son la tristeza, los vómitos y el malestar general en las personas. Igual sucede en los animales. En las plantas es el decaimiento y la falta de lozanía. Cuando se ven estas señales, es posible que haya mal de ojo. Y entonces se procede al rito para quitarlo.
Se prepara una vasija con agua que esté en absoluto reposo. El que realiza el rito mete su dedo corazón de la mano derecha en el aceite de un candil. Luego lo va dejando resbalar sobre el dedo corazón del paciente hasta que gotea en el agua. El número de gotas que debe caer debe ser impar e inferior a diez. A cada gota que cae se reza la
oración:
“En el nombre del la Santísima Trinidad,
Padre, Hijo
y Espíritu Santo”.
Si el paciente tiene mal de ojo las gotas de aceite se deshacen en el agua y se procede a rezar la oración. En caso de que el paciente tenga fiebre no se realiza esta ceremonia. Pero igualmente se le rezan las oraciones para quitar el mal de ojo. Varias son las oraciones que he podido encontrar, pero la más extendida es la que dice:
“Dos te lo han hecho /
tres te lo han de quitar /
que son el Padre, el Hijo /
y la Santísima Trinidad. /
Longino hirió al Señor /
en su costado con la lanza, /
y llegó su sangre /
hasta las astas. /
El Señor le dijo /
Longino, basta.”
(Tres veces).
La oración se repite de tres a nueve veces. Cuando se termina de rezar se hacen tres cruces sobre la cabeza del paciente. Luego se echan tres granos de sal gruesa en el agua. A continuación si se ha rezado por un varón se recitan tres credos. Si es por una hembra tres salves. Para finalizar se toma la vasija con el agua y el aceite, y se derrama a la puerta de la casa en forma de cruz.
En caso de que el mal de ojo no se hay cortado antes del viernes, el paciente sufrirá durante un año, pero existen también un remedio para estos casos. Tienen que intervenir tres mujeres que tengan por nombre María. Una sostiene una balanza, la otra el niño y la tercera una mata de “matapollo”. El niño se coloca en un plato de la balanza, en el otro platillo se coloca igual carga de matapollo. Luego toda la hierba de matapollo se pone en una cruz de caminos y conforme se va secando la hierba, se va curando el niño.
Las curaciones de mal de ojo son instantáneas. Un niño que llega con fiebre y vómitos queda inmediatamente sano. Un animal que padezca decaimiento se levanta y se pone a comer tras los rezos. (A los animales se les reza tomándolos de la oreja). Una planta que agoniza, se torna lozana tras tomar una hoja y decir sobre ella los rezos.
Los ejemplos de curaciones con estos ritos afloran por doquier en la huerta murciana.
Además de para el mal de ojo existen ritos y oraciones para el aliacán, el mal de estómago, el mal de boca, el mal de corazón y para la curación de la hernia.
Juan Vivancos Antón
CRONISTA OFICIAL DE CABEZO DE TORRES.
Artículo publicado el sabado 26 de marzo de 2011 en el diario La Opinión, en la sección "El lugarico", Pag. 9.
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