martes, 31 de mayo de 2011

CALBLANQUE EL ÚLTIMO PARAÍSO EN MURCIA



EL PARQUE REGIONAL DE CALBLANQUE, MONTE DE LAS CENIZAS Y PEÑA DEL ÁGUILA.
El Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila es uno de los 19 que conforman la Red de Espacios Naturales de la Región de Murcia. Está situado en el sureste de la Región de Murcia y abarca una amplia comarca en el sureste de la llanura prelitoral que forma el Campo de Cartagena.
Esta franja litoral cuyo eje principal es la Sierra Minera de Cartagena-La Unión tiene su límite Sur en los terrenos más orientales y emergidos de la Cordillera Bética siendo sus puntos más altos Peña del Águila (387 m) y los cabezos de la Fuente (342 m) y del Horno (285 m). Este espacio abarca desde Cala Reona y los cerros del Atalayón, al Oeste de Cabo de Palos, hasta la Bahía de Portmán. El espacio natural se adentra en el interior hasta cerca del Llano del Beal, el paraje de Atamaría y la carretera de acceso a la Manga. Encuentra sus límites por el Oeste en la autovía entre Los Belones y Cabo de Palos y por el Este incluye la Peña del Águila y los relieves de la Primavera. Tiene una superficie de 2.882,45 hectáreas y comprende más de trece kilómetros de costa perteneciente a los municipios de Cartagena y La Unión
Por la importancia de su diversidad biológica y la presencia de numerosos endemismos botánicos, está protegido por la legislación de la Comunidad Autónoma de Murcia (Ley de Ordenación y Protección del Territorio de la Región de Murcia de 1992) como Parque Natural. Además, está declarado LIC (Lugar de Importancia Comunitaria), y recientemente, se ha propuesto su declaración como Reserva de la biosfera por la Unesco.
Para llegar a Calblanque hay que tomar la autovía de La Manga 301 de Murcia hasta Los Belones. En la misma autovía, a la salida del pueblo, hay una carretera asfaltada hacia La Jordana, que es un poblado prácticamente abandonado en donde aún se conservan las típicas casas de esta zona de la costa. Si nos pasamos esta salida de la autovía más adelante, a un par de kilómetros, hay otra entrada que indica Calblanque.
En este extenso territorio, confluyen tres espacios socioeconómico tradicionales de muy diferente naturaleza: los espacios minero, agrícola y turístico, a los que hay que añadir un cuarto factor, como es el valor ecológico y el interés natural de la zona.
Gran parte de las visitas a este Parque Regional se concentran en los meses de verano propiciadas por uso recreativo de sus playas, siendo de las pocas que aún conservan su estado natural en todo el levante español. Pero a lo largo de todo el año el Parque también recibe visita de un gran número de senderistas y ciclistas ya que el espacio cuenta con 13 senderos autorizados, incluyendo entre éstos una sección de 12 km del GR-92 que recorre las costas murcianas.
El Parque Regional del Calblanque es un espacio natural de gran diversidad ambiental y ecológica que engloba una zona litoral con formaciones de dunas, paleodunas, arenales, saladares, charchas salineras, acantilados y calas.
Al igual que el resto del sureste español el Parque de Calblanque presenta un clima de tipo mediterráneo semiárido. Los veranos son largos y calurosos y lo inviernos cortos y suaves con una temperatura media anual de 18 º C., y unas precipitaciones inferiores a los 300 ml. al año.
En la zona predominan las calmas y lo viento flojos. Los cuatro vientos fundamentales que soplan son: “Levante” de dirección este a noreste, muy frecuente en verano. “Lebeche” de dirección sur sursuroeste, de procedencia africana, causa las grandes olas de calor del verano. “Jaloque” sopla del sureste, cálido y portador de polvo en suspensión. “Terral” sopla en invierno en dirección noroeste, son vientos fríos y secos.
Referente a las características geomorfológicas e hidrológicas del Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, debemos destacar que si bien el eje principal de este espacio constituye el extremo oriental de la Cordillera Bética, con relieves calizos interiores y materiales metamórficos, como la pizarra, en zonas más cercanas a la costa, formando acantilados y playas de guijarros, en el área de Calblanque, la costa se abre en una amplia depresión litoral con calas anchas y de varios kilómetros de largo, de arena cuyo color cambia desde un dorado intenso a un ocre rojizo. El mar abierto ejerce sobre ellas un continuo cambio trayendo y llevando gran cantidad de arena. Las aguas son muy limpias y el baño casi nunca entraña peligro.
En el conjunto de playas pertenecientes al Parque Regional de Calblanque, podemos citar: Las Cañas (la más grande de todas), Calblanque, Negrete, Larga, Parreño (utilizada como playa nudista), Cala Arturo, Cala Magre, Cala de los Dentones, Cala del Reventón, Cala de las Mulas y, Cala Reona. Son todas de de arena dorada, y permiten disfrutar de un entorno privilegiado y de la tranquilidad absoluta.
La depresión de Calblanque era una zona pantanosa sellada y aislada del Mediterráneo por un cordón eólico, formado durante centenares de miles de años. Hace un siglo se desvió la rambla alimentadora del humedal salobre y se habilitaron las dos únicas lagunas para explotar la salmuera marina, sin darse cuenta de la singularidad geológica del cierre dunar. Salvo algunos geólogos, pocos saben que se trata de dunas fósiles que merecerían ser incluidas en la lista de especies en peligro de extinción. De hecho, son testigos del paisaje prehistórico, petrificadas casi instantáneamente por una rápida subida del nivel del mar.
El sistema dunar de Calblanque se haya hoy en día en buen estado de conservación a pesar de que se trata de un espacio muy vulnerable debido a su cercanía a zonas de gran presión antrópica. Tiene una longitud de 3,47 km, una anchura media de 100 metros y una altura media de 10 metros. Está dividido en tres categorías: el primario con 44.941 m2 , el secundario con 5.819 m2 y el terciario con 320.314 m2 .
Tras la primera línea de costa, tenemos un cordón dunar en donde la vegetación ha echado raíces.
Tras la primera línea de dunas móviles, también hay dunas fósiles, consideradas la joya geomorfológica del Parque, que no debemos nunca pisar para no degradarlas. Cuando las dunas fósiles están próximas a la costa, el mar se encarga de erosionarlas y darles formas caprichosas.
También en los acantilados el mar ha excavado túneles que luego se han visto comunicados con la superficie. Son los llamados “bufaderos” por los que cuando hace oleaje, resopla el mar y salta la espuma.
A los efectos erosivos del mar y el viento hemos de añadir el producido por el sol y los cambios tan brusco de temperatura producidos entre el día y la noche que consiguen moldear las rocas más duras.
Las ramblas que cruzan el Parque Regional, como en el resto del sureste español, sólo transportan agua cuando se producen fuertes precipitaciones. Las de la vertiente norte desembocan en la llanura litoral del Mar Menor y se caracterizan por sus pendientes suaves. Las ramblas de la vertiente meridional, sin embargo, son más cortas y sus pendientes son considerables, discurren en su totalidad por el interior del espacio protegido y vierten sus aguas al Mar Mediterráneo.
Los cauces se organizan en redes de drenaje que forman una malla por todo el territorio. Los materiales procedentes de la erosión de los relieves circundantes son transportados por esta densa red remodelando la superficie del terreno y determinando su morfología. El agua discurre utilizando las fracturas existentes formando profundos ramblizos y deposita los materiales erosionados cuando el nivel de pendiente disminuye, casi siempre cerca o en el mar.
En algunas ocasiones el agua puede viajar sin seguir un cauce determinado, como escorrentía o arroyada difusa depositando los sedimentos al final de la pendiente, formando piedemontes o glacis con suaves pendientes.
En el centro del espacio se encuentra el área endorreica que ve cerrada su salida al mar por una barra de calcrenitas (barra fósil). Esta área estuvo ocupada por dos pequeñas lagunas de agua dulce, existiendo un precario equilibrio entre precipitaciones y aguas subterráneas que se rompió con la apertura de pozos para riego. Progresivamente se salinizó el acuífero. Posteriormente se introdujo agua del mar utilizando norias de sangre, comenzando así la utilización de las salinas.
En cuanto al interés arqueológico del Parque Regional decir que cuenta con diversos yacimientos arqueológicos de gran importancia. La Cueva de los Mejillones es uno de ellos, se encuentra al oeste de Las Cobaticas, la mayoría de los restos aquí hallados parecen corresponder al Paleolítico Superior. Al sur de las Salinas del Rasall se han descubierto restos de un poblamiento eneolítico, en el que se han identificado útiles de sílex, hachas de piedra volcánica pulimentada, entre otros restos. A ésta misma época, entre 3.000 y 4.000 años a. de C., parece pertenecer el yacimiento conchero presente en la Cala de los Dentoles.
El Imperio Romano también dejó huella de su presencia en el interior del Parque. Por un lado se han hallado en el área de la Rambla de la Boltada tres piletas con escalones interiores que datan entre el siglo I a.C. y el I d.C.. Sin embargo, el legado supuestamente romano más conocido del Parque es sin duda la calzada Romana de Portman, de origen incierto. Ambas construcciones se relacionan con la actividad minera y de salazones que se desarrollaba en la zona.
Etnográficamente las actividades tradicionales que aún se mantienen en el espacio protegido son tan solo algunos cultivos de secano, ganadería ovina y apicultura.
A pesar de no permanecer muchos de los usos activos hasta hoy día, contamos con numerosos vestigios de los que hubieron. Las Salinas del Rasall han sido explotadas desde principios del siglo XX. En los últimos años han sufrido varias desecaciones, afortunadamente en la actualidad se están rehabilitando gracias a un proyecto LIFE de la Unión Europea que tiene como objetivo principal recuperar las poblaciones de fartet (Aphanius iberus), especie endémica del litoral mediterráneo español.
La actividad minera también ha dejado numerosas señas de su paso por este espacio. En él podemos encontrar pozos, castilletes y hornos de fundición. La explotación minera la realizaban ya los cartagineses y perduró hasta 1991, año en la que la baja demanda del mercado obligó al cese de la actividad.
La Batería de las Cenizas y la Chapa dan también muestra del interés estratégico que tuvo esta zona para la defensa.
En el interior del Parque y asociadas a los usos tradicionales que en él se desarrollan, tenemos una de las mejores muestras de la casa tradicional del litoral murciano-almeriense, las casas cúbicas. Las paredes de éstas son de pizarras y el techo plano e impermeabilizado con una capa de tierra láguena. Normalmente asociadas a estas casas encontramos hornos y aljibes abovedados todo ello rodeado de paleras de higos chumbos, viejas higueras y algarrobos. Los dos principales núcleos de población de la zona son La Jordana y Covaticas. En ésta última, hace apenas 30 años, vivían 40 familias del ganado, el esparto y la leña.
En el interior del Parque existen 19 hábitats de interés comunitario, entre ellos destacan como prioritarios las estepas salinas, lagunas litorales (Limonietalia), prados calcáreos cársticos, zonas subestépicas de gramíneas y anuales (Thero-brachypodietea) y bosques de Sabina Mora (Tetraclinis articulata).
La sucesión de cabezos alineados de oeste-este han perdido la mayor parte de su bosque nativo, conservando en su cara norte una mayor riqueza vegetal. Hay pinares de repoblación donde debió existir antes un encinar, ya que diseminados quedan algunos Quercus. En su vertiente sur, los árboles crecen más diseminado y favorecen una vegetación de plantas aromáticas y arbustos.
Hasta 670 especies de flora han sido inventariadas en el Parque Regional, algunas de ellas exclusivas del sureste peninsular.
Debido a las condiciones extremas en que viven (lluvias escasas, suelos salinos,…) las plantas han desarrollado diversos sistemas para adaptarse al medio como son: retener el agua con la formación de espinas, arbustos leñosos, hojas duras, pelusilla; sacrificar algunas hojas para poder vivir; eliminar la sal a través de las hojas; convertirse en parásitos de otras plantas.
Entre los iberoafricanismos destacan las poblaciones de sabina mora o araar (Tetraclinis articulata) reliquia vegetal de la era Terciaria única en Europa. También el palmito (Chamaerops humilis), única palmera europea de distribución natural; el cornical (Periploca angustifolia), la aliga (Calicotome infesta subsp. intermedia) o la jara de Cartagena (Cistus heterophyllus subsp. carthaginensis).
Los matorrales se alternan con numerosos ejemplares de pino carrasco (Pinus halepensis), única especie integrante de una de las mejores masas de pinar mediterráneo con bosquetes aclarados de sabina mora. En la umbría también perviven algunos grupos relictos de carrascas (Quercus rotundifolia) y unos pocos pies de madroño (Arbutus unedo) como testigo de épocas en las que la cantidad de precipitaciones era superior a la actual. Especial mención por su belleza y fragilidad merecen las orquídeas presentes en los pastizales umbrosos. De éstas se han detectado cinco géneros diferentes como son los Ophris, Orchis, Anacamptis, Serapias y Barlia entre los que se reparten un total de diez especies citadas hasta la fecha.
En la duna fósil encontramos especies que han debido adaptarse al sustrato rocoso, la poca disponibilidad de agua y al azote continuo cargado con partículas de sal (maresía). Algunas de ellas son carnosas como el hinojo marino (Crithmum maritimum) y otras rastreras como la margarita de mar (Asteriscus maritimus). Otras han desarrollado glándulas por las que expulsan el exceso de sal como las siemprevivas (Limonium sp.).
En las arenas móviles se establece el barrón (Ammophila arenaria) con un importante papel en la conservación de la duna ya que fija las arenas de vuelo. También aquí aparece la pegamoscas (Ononix natrix subsp. natrix), aunque si alguna destaca por su belleza es el lirio de mar (Pancratium maritimum) cuyas llamativas flores blancas y acampanadas surgen en pleno verano. En dunas fijas podemos ver especies como la Crucianella maritima o el cuernecillo de mar (Lotus creticus). En algunas depresiones del terreno donde la arena está más compactada y el agua tiende a acumularse, aumentando la humedad edáfica, encontramos juncales.
En el saladar y las salinas encontramos diferentes especies que han logrado adaptarse con éxito a las difíciles condiciones de supervivencia, entre ellas destacamos almarjos (Arthrocnemum macrostachyum y Sarcocornia fruticosa), siemprevivas del género Limonium sp. y Taray ( Tamarix canariensis).
En los pinares y matorrales podemos encontrar al petirrojo (Erithacus rubecula), mito (Aegithalos caudatus), curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), tórtola común (Streptopelia turtur) y paloma torcaz (Columba palumbus); también se pueden divisar rapaces como el ratonero común (Buteo buteo) y el Gavilán (Accipiter nisus).
Entre los mamíferos de la zona está la garduña (Martes foina), el tejón (Meles meles), la musaraña (Crocidura russula), el conejo (Oryctolagus cuniculus), la liebre (Lepus granatensis) y el zorro (Vulpes vulpes).
Entre los matorrales se encuentra otra especie de distribución restringida en la región como es el sapo corredor (Bufo calamita)
En los roquedos se instalan pequeñas rapaces como el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), grandes amenazadas como el águila perdicera (Hieraaetus fasciatus), de vuelo silencioso como el búho real (Bubo bubo) o expertas en velocidad como el halcón peregrino (Falco peregrinus). También aparecen en esta zona el roquero solitario (Monticola solitarius) y la collalba negra (Oenanthe leucura).
Asociados a las zonas trasformadas por la acción humana encontramos abubillas (Upupa epops), pito real (Picus viridis), cogujadas (Galerida cristata.), pardillo (Acanthis cannabina), el verdecillo (Serinus Serenus) y el jilguero (Carduelis carduelos). Los abejarucos (Merops apiaster) visitan estas áreas en la época estival utilizando las paredes de las ramblas para anidar.
Entre las dunas, sobre todo si tienen matorral asociado, está el eslizón ibérico (Chalcides bedriagai), la lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) y la colilarga (Psammodromus algirus), a menudo también junto al lagarto ocelado (Lacerta lepida) y la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus).
Las Salinas del Rasall con sus 18 hectáreas de la Zona para la Especial Protección de las Aves (ZEPA) y están incluidas dentro del Humedal de Importancia Internacional (HII) denominado Mar Menor.
El saladar y las charcas salineras del Rasall, aún en explotación, son una importante zona donde las bandadas de aves acuáticas y limícolas aprovechan el humedal para criar, invernar o reponer energías durante las migraciones. Entre las aves más frecuentes se encuentra el flamenco común (Phoenicopterus roseus) la cigüeñuela (Himantopus himantopus), la avoceta (Recurvirostra avosetta), el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), el tarro blanco (Tadorna tadorna) y la emblemática gaviota de audouin (Larus audouinii) y muchas otras especies marinas de las que se pueden ver la evolución de las bandadas, sobre todo al amanecer y al atardecer y según la temporada, desde el observatorio habilitado por los encargados del parque.
Pocos animales sobreviven en las Salinas del Rasall, pero lo ha conseguido el fartet (Aphanius iberus), que es un endemismo de la zona. Se trata de un pez de esqueleto osificado de unos cuatro centímetros de longitud. También hay un insecto acuático que se alimenta -al igual que el fartet- de larvas de insectos, y un sólo crustáceo (Artemia Salina), que se enquista cuando la salinidad del agua es muy alta. Como curiosidad observaremos en las salinas que, cuanta mayor concentración tienen en sal las aguas, más aumenta el tono rosáceo en ellas. Esto es debido a una bacteria halófita resistente a la salinidad extrema.
Los invertebrados del Parque no han sido suficientemente estudiados a pesar del gran papel que este grupo desempeña en la dinámica ecosistémica. Sin embargo, y gracias a la participación de los integrantes del programa de Voluntariado Ambiental en Calblanque se han inventariado un total de 147 taxones de arácnidos, repartidos en 113 géneros y 37 familias, 8 de estas especies son nuevas para la ciencia.
Las playas son frecuentadas por submarinistas por la transparencia del agua, las cercanas praderas de posidonea (Posidoniaceae), llamadas también algueros aunque no estén formadas por algas, y la riqueza de peces, moluscos, cefalópodos y otras muchas especies marinas que se refugian en las formaciones rocosas que llegan hasta la costa.
El Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila está equipado con un Centro de Acogida y Gestión del Espacio Protegido, puntos de información, áreas recreativas, zona de acampada, observatorios de aves y miradores.
Desde la declaración de Calblanque como Parque Regional en 1992 su popularidad ha aumentado considerablemente y con ella el número de visitantes lo que ha supuesto también el aumento de los grupos organizados que realizan itinerarios guiados cuya solicitud se puede hacer mediante una llamada telefónica. Para el mejor aprovechamiento de la visita, se recomienda que los grupos no excedan de 30 personas. Los grupos escolares deberán ser de niños/as mayores de 10 años y la duración aproximada es de 1,5 a 2 horas.
La Mancomunidad de Servicios Turísticos del Mar Menor propone un interesante circuito circular en bicicleta desde el parking a Cala Reona, cerca del cabo de Palos. El recorrido se extiende a lo largo de 15 kilómetros que permiten descubrir algunos de los secretos de este «oasis», durante el cual se pueden visitar algunas explotaciones mineras abandonadas, aunque hay que extremar la precaución ya que se trata de un terreno bastante inestable.
El desarrollo de actividades recreativas, en el interior del espacio natural protegido, especialmente en el área de Calblanque, alcanza un volumen anual de visitantes en torno a las 85.000 personas que invariablemente se dirigen a una estrecha franja del Parque en la costa para disfrutar de un día de playa en uno de los últimos paraísos naturales que nos quedan en la Región de Murcia.




NOTA: Artículo preparado para el Congreso de la Asociación de Cronistas Oficiales de la Región de Murcia que en 2010 debió celebrarse en la ciudad de Cartagena. Por motivos ajenos a la Asociación el Congreso no se pudo realizar.

Juan Vivancos Antón
CRONISTA OFICIAL DE CABEZO DE TORRES

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