sábado, 17 de abril de 2010
DE MARCHA
DE MARCHA
Sobre la cabeza, las oscuras gafas de sol,
brillan cual negros murciélagos de charol.
El cigarrillo, prisionero entre el corazón e índice.
Un caprichoso bosque de estalagmitas de humo.
Los enrojecidos ojos, con extraviada mirada.
La incesante lengua ausente de ideas.
El cuerpo todo, borracho de decibelios.
La mente cegada por luces de color.
Los sentimientos adormecidos por la hierba.
Acelerados los instintos, al borde de lo irracional.
Ahogando en una copa un dolor,
O acaso con desespero buscando valor.
La luna ausente.
El sol aún lejano.
Adormecidas las conciencias,
borradas las ausencias.
Risas de éxtasis, vísperas de soledades.
Fieles autómatas del consumismo.
Hombres y mujeres de hoy, solos al fin.
Cualquier sábado noche, en cualquier bar de tu ciudad.
Al final, en el suelo huellas de batalla campal,
Colillas con carmín, cristales de rotos corazones.
Una ajada rosa que la homenajeada olvidó,
Techos ennegrecidos por ilusiones quemadas.
Palabras escritas en un roto papel.
Horas caídas de todos los relojes.
Al amanecer, los móviles esperando inmóviles,
Pues ahora todos desconectados reposan.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - --
Para Alejandro e Irene.
Que la Felicidad viva perennemente en vuestro hogar.
(Publicado en mi libro
“Cabezo de Torres 2006. Crónicas de un año extraordinario”)
Incluido en mi próximo libro "El Duende de las Letras"
Juan Vivancos Antón
Sobre la cabeza, las oscuras gafas de sol,
brillan cual negros murciélagos de charol.
El cigarrillo, prisionero entre el corazón e índice.
Un caprichoso bosque de estalagmitas de humo.
Los enrojecidos ojos, con extraviada mirada.
La incesante lengua ausente de ideas.
El cuerpo todo, borracho de decibelios.
La mente cegada por luces de color.
Los sentimientos adormecidos por la hierba.
Acelerados los instintos, al borde de lo irracional.
Ahogando en una copa un dolor,
O acaso con desespero buscando valor.
La luna ausente.
El sol aún lejano.
Adormecidas las conciencias,
borradas las ausencias.
Risas de éxtasis, vísperas de soledades.
Fieles autómatas del consumismo.
Hombres y mujeres de hoy, solos al fin.
Cualquier sábado noche, en cualquier bar de tu ciudad.
Al final, en el suelo huellas de batalla campal,
Colillas con carmín, cristales de rotos corazones.
Una ajada rosa que la homenajeada olvidó,
Techos ennegrecidos por ilusiones quemadas.
Palabras escritas en un roto papel.
Horas caídas de todos los relojes.
Al amanecer, los móviles esperando inmóviles,
Pues ahora todos desconectados reposan.
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Para Alejandro e Irene.
Que la Felicidad viva perennemente en vuestro hogar.
(Publicado en mi libro
“Cabezo de Torres 2006. Crónicas de un año extraordinario”)
Incluido en mi próximo libro "El Duende de las Letras"
Juan Vivancos Antón
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