viernes, 30 de julio de 2010

EL DUENDE DE LAS LETRAS








EL DUENDE DE LAS LETRAS.

Desde muy temprana edad me atrapó el embrujo de la poesía. Algunas veces escuchaba emocionado los versos que mi padre, sin estudios apenas, había compuesto para mi madre a base sólo de corazón.
En la etapa virulenta de la adolescencia, primaba en mí la necesidad de expresar con palabras el turbulento río de sensaciones propias de la edad. No era tarea fácil, pues al maremagno de sentimientos encontrados, o perdidos las más de las veces, se añadía el desconocimiento de muchos de los vocablos que domina el autor experto. Aún así, aquel joven poeta que fui, aprendió a tender hilos eléctricos entre las palabras para que de repente alumbrasen rincones desconocidos. Aquellos sencillos primeros versos están recogidos en “El Duende de las Letras” que tienes en tus manos, por que a pesar de la aparente debilidad de su estructura fueron la base sobre la que se asentaría toda mi futura obra. Son composiciones sencillas, ingenuas a veces, propias del niño que empieza a asomarse a la madurez y encuentra los primeros amores y las primeras decepciones que la vida me tenía reservadas.
A medida que avances en la lectura de este libro, que intenta seguir un orden cronológico, encontrarás poemas en donde la valentía, a veces temeridad, de la ignorancia va siendo compensada por los recursos que concede la madurez intelectual. Es entonces cuando intento captar los lazos sutiles entre mi mundo y su representación en un drama angustioso que estalla en fantasmas inesperados. Procuro que vocablos enemigos desde el principio se agrupen y descubre las alusiones más misteriosas del verbo hasta que todo cobra más fuerza y así poder penetrar en la carne y dar fiebre al alma.
En mi poesía he intentado que el lenguaje se convierta en un ceremonial de conjuro e intento presentarlo en la luminosidad de su desnudez inicial, ajena a todo vestuario convencional fijado de antemano.
El nombre de “El Duende de las Letras” me fue dado por una amiga de Canarias.
La publicación de “El Duende de las Letras” ha significado algo así como mostrar parte de mi alma al desnudo pues en la poesía no sólo cuentas una historia, sino que además muestras la lucha de nuestros ángeles y demonios internos sin ningún filtro que dulcifique la cruda realidad.
Mi poesía es pura inspiración nacida de la inminente necesidad de escribir, en ese exacto momento en que las palabras surgen a borbotones. Por eso procuro llevar siempre un bolígrafo a mano para recoger la cascada de palabras que acuden a mi mente, en cualquier momento y lugar, y que recojo en alguna servilleta de bar, en los márgenes del libro que estoy leyendo, en un trozo del periódico que tengo cerca o cualquier otro soporte improvisado, con mi letra rápida y picuda, casi ilegible hasta para mí.
Es fácil entender que con el trasiego y el paso de los años muchas de mis composiciones hayan varado en las extensas playas del olvido, perdidas tal vez para siempre.
Algunos de los poemas de este libro han sido publicados con anterioridad, y se citan el medio y el año. Otros están dedicados a personas que pudieron verse implicados, de alguna manera, durante la elaboración de los mismos.
La fotografía es otra de mis pasiones, y como viene siendo habitual en mis libros, aprovecho alguna de ellas para la portada. En esta ocasión es un paisaje marino de 1990 titulado “Acuarela” .
Mi retrato para este libro es obra de mi hija Lucía en quién también ha despertado la necesidad de buscar nuevas sensaciones mediante la fotografía.
El Duende de las Letras está dividido en tres capítulos: Primeros Versos, A Flor de Piel y Siempre Poesía.
Cada uno de los capítulos lleva una cita de un poeta que me ha seducido particularmente durante esa etapa de mi creación: Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado y Miguel Hernández.
Querido amigo, espero que con la lectura de este libro sientas el temblor ardiente de la palabra, que abra tu cerebro y te dote de alas que te transporten a un plano superior, apoderándose de tu alma una fascinación misteriosa.


El autor