lunes, 22 de marzo de 2010
CARNAVAL DE CABEZO DE TORRES, 130 AÑOS DE HISTORIA.
CARNAVAL DE CABEZO DE TORRES, 130 AÑOS DE HISTORIA.
Una de las características propias que mejor definen a Cabezo de Torres y a sus gentes es su Carnaval. Los orígenes de esta fiesta, declarada de Interés Turístico Regional, se fechan hacia el año 1.878, cumple pues, en este año de 2008, 130 años de historia. A finales del S. XIX los habitantes estas tierras ya festejaban la proximidad de la cuaresma con disfraces y máscaras.
Por aquel entonces el carnaval consistía en la salida a la calle de las “máscaras”.
Nuestros antepasados, la gente más humilde, vestidos con ropa vieja, o del sexo opuesto, con la cara oculta tras un trapo con agujeros para poder ver, paseaban individualmente o en pequeños grupos por las principales calles de la localidad. Las máscaras llevaban paja molida y polvos de talco, para verterlos sobre las vestiduras de aquellos con quienes se cruzaban. Seguidamente les limpiaban con unos golpes propinados con un “esposador del polvo” o con un cepillo, haciendo grandes aspavientos. Eran las bromas que se gastaban a los vecinos e incluso a los foráneos que se acercaban ávidos de curiosidad por contemplar lo que aquí acontecía y que más tarde, ya en sus lugares de origen, contaban a sus familiares y amigos que a su vez hacían por venir al día siguiente.
“Los mozos de Cabezo, escribía en 1975 D. Teodoro Rojo, han gustado siempre de los disfraces. Cualquier tiempo era bueno para disfrazarse. No hacía falta esperar la llegada de los tradicionales días del carnaval.
Con motivo de los Inocentes, cada 28 de diciembre, se disfrazaban algunos de los Auroros para pedir por las casas unas limosnas para las Ánimas. Era una tradición que venía de muy antiguo.
Cuatro cosas eran esenciales a los disfraces de los “inocentes”. Que el disfraz tuviese vivos colores. Un gorro, cuanto más llamativo mejor. Una escoba. Y una bolsa para recoger las limosnas, que, ordinariamente, llevaba uno de ellos.
Los disfrazados, hacía cabriolas, amenazaban a la gente con las escobas para que les diesen limosnas, asaltaban las casas hasta conseguir un buen donativo, etc. El pueblo seguía con curiosidad la marcha de estos “inocentes” disfrazados, y dado el buen humor reinante, dicen los viejos que se conseguía mucho dinero para decir misas por las Ánimas.
Pero no hacía falta que los días fueran señalados para que los del Cabezo de vistieran de máscaras. A finales de siglo pasado y principios del actual era muy común ver máscaras un día cualquiera.
Los rasgos de humor y de ingenio solían brotar espontáneamente en estas ocasiones”.
A principio del siglo XX D. José Sabater Ortega, más conocido en nuestro pueblo por “el Cano de la Harinilla”, en su oficio de carretero iba con frecuencia a Torrevieja para traer sal para el ganado. Allí presenció una murga y una comparsa, manifestaciones traídas por los marinos desde Brasil y Cuba. A José le llamó la atención la uniformidad de la indumentaria que lucían, así como la crítica que reflejan en la letrilla de sus coplas, en donde recogían los sucesos más relevantes del año, todo ello acompañado de tonalidades musicales fáciles y pegadizas como el pasodoble.
José regresó a Cabezo de Torres entusiasmado con todo lo que había presenciado y lo puso en conocimiento de sus amigos más íntimos, comentándolo con el salero, que los que le han conocido y tratado, dicen que ponía en cualquier cosa que despertara en él su atención. Aquellos amigos eran: Mariano y Francisco “el Casildo”, Pepe Ramón “del Cine”, Salvador “de la Borrega”, Gregorio, Pepe y Juan “Mellaos”, Pepe “de Joaquín”, Paco “el Lanas”.
Se ponen de acuerdo y componen la primera “Comparsa musical” en el Carnaval del año 1910. Cada uno de los integrantes aportaba un “perrogordo” para la compra de vino y cascaruja, que consumen después de los ensayos, los que hacen en una casa apartada, pues debe de ser secreto el contenido de la comparsa, con el fin de que nadie tenga ni idea de que van a salir. La indumentaria la confeccionan ellos mismos a base de muselinas y papel de seda rizados. Componen la música y la letra, que solía ser crítica y picaresca, la que ejecutan con pitos que ellos se fabrican con cañas y papel de fumar; el bombo lo hicieron con dos arcos de garbillo viejos entrelazados con tablas y forrado de paño rojo chillón. Complementaban la representación con números de títeres, pero en plan broma: como pasar por el alambre, pero este tendido en el suelo y otros ejercicios de características similares que arrancaban las carcajadas de los espectadores. A veces contrataban una banda para que les acompañara en el desfile.
Desde 1910 hasta 1936 van creciendo los grupos participantes en el carnaval de Cabezo de Torres: Felipe “el Cura”, “los Mujeretas” y algunos más. Las comparsas aparecen y desaparecen periódicamente, manteniéndose siempre las máscaras.
Durante la Guerra Civil Española el carnaval perdió bastante, ya que no había ni qué comer y los mozos estaban movilizados.
En 1939, al concluir la contienda bélica, se prohíben expresamente los disfraces, siendo perseguidos por las fuerzas de la Guardia Civil. La prohibición, lejos de disuadir a los vecinos de Cabezo de Torres, les incita a seguir con esta actividad que se intensifica sobre todo en las calles General Torres y Salzillo del barrio de Los Palacios. Los jóvenes salen a la calle vestidos de máscara y cuando hace acto de presencia la Guardia Civil, los disfrazados eran escondidos en el interior de las casas de los vecinos del barrio. Al retirarse la Guardia Civil, la fiesta volvía a salir a la calle.
En el año 1947 los jóvenes componentes de la Banda de Música de Cabezo de Torres, con edades comprendidas entre los 14 a 18 años, y bajo la dirección de D. Vicente Herrero, vuelve a salir a la calle una comparsas musical que se denominaba “Los Enamorados Presumidos” que interpretaban la música compuesta por el propio D. Vicente y con letra de Francisco Mompeán. Los ensayos comenzaban en la semana siguiente al día de Reyes, dos o tres veces por semana, normalmente después del ensayo se hacía convite y baile, con lo que se conseguía evitar las ausencias.
Durante tres o cuatro años se montan algunas comparsas, que previa autorización gubernativa, se presentaban en el Cine Sabater, pagando una entrada módica cuya recaudación iba destinada a beneficencia.
Aburridos por la persecución a que fueron sometidos por las autoridades, en 1952 vuelven a extinguirse las comparsas musicales, quedando las máscaras donde la imaginación no era muy necesaria.
Durante casi dos décadas Las Máscaras se divertían con juegos poco finos y de gusto escaso pues poco a poco van cambiando los polvos de talco y los cepillos por cámaras de bicicleta con las cuales gastaban las bromas más pesadas al emplearlas para dar palos, eso sí, a conocidos y familiares al principio, a todos más tarde, excepto a las mujeres y niños, en lugares siempre apartados del cuartel de la Guardia Civil, normalmente en el barrio de Los Palacios, sobre todo en las calles Salzillo y General Torres.
La indumentaria de Las Máscaras sigue siendo el mismo de antaño, excepto la proliferación de caretas de cartón para cubrir el rostro.
Al mismo tiempo aparecen “los disfraces” realizado con tejidos de más calidad, más elaborados y de buena sastrería, que lucen los niños de familias pudientes. Estos disfraces son paseados orgullosos por sus afortunados propietarios despertando la admiración de todos.
En 1968 se forma el grupo “Los Criticones” formado por gente de la Tercera Edad, al que se fueron sumando hijos y nietos para llegar hasta nuestros días. Esta comparsa fue la primera en introducir mujeres entre sus componentes.
A principios de la década de los años 70, las diferentes “Comisiones de Fiestas Patronales” de Cabezo de Torres son decisivas, pues participan en el Carnaval y continúan haciéndolo en los años siguientes, aumentando el número de grupos y la calidad de los disfraces, la música y las letras por la gran rivalidad existente entre los mismos.
A mitad de la citada década, hemos de mencionar al Centro Juvenil Salesiano, que supervisado por el salesiano D. Alberto Serrano, sus casi 300 socios realizan bailes y concursos de disfraces. También participan en los desfiles.
En 1979 el Centro Juvenil Salesiano forma el grupo “Mala Pata”. Más de ochenta chicos y chicas, disfrazados de piratas con barco incluido, son los primeros en acoplar un equipo de música al no poder pagar el precio de una banda de música.
Con el fin de la dictadura las comparsas vuelven a aparecer con toda su virulencia, llegando a nuestros días en donde desfilan más de 30 de estos grupos integrados por más de 2000 miembros, lo que puede dar una idea de lo que aquí acontece durante los días de carnaval.
Al hablar de Cabezo de Torres y sus Carnavales no se nos puede olvidar recordar a José Rabadán Moreno, más conocido por todos como Pepe “El Mislam”. Su muerte de forma trágica, en el Carnaval de 1982, dejó un vacío en esta fiesta no cubierto al día de hoy de forma individual.
José vivía todo el año por y para el Carnaval, ideando para cada uno de los desfiles el traje más original, elaborado y vistoso que jamás hubiésemos visto en el pueblo, y cosa difícil, lo conseguía año tras año.
En su elaboración, José, siempre empleaba materiales de las más diversas procedencias, de un costo bajo, lo que demuestra que para conseguir un efecto sorprendente y llamativo, lo que se requiere es una gran imaginación y no precisamente un desembolso económico alto. Toda la gente del pueblo esperaba impaciente la llegada del Carnaval con el ansia de descubrir y disfrutar del nuevo disfraz del Mislam.
En los 90 se añadió otro día de carnaval, el sábado siguiente, quedando en la actualidad cuatro días de desfile y de marcha hasta que el cuerpo aguante, pues las comparsas tras el desfile que discurre por las principales avenidas y calles de la localidad, más tarde colocan sus vehículos con potentes equipos de megafonía ante los bares y cafeterías en donde el baile se convierte en el nexo de unión entre espectadores y participantes.
En nuestro Carnaval tienen cabida todo tipo de grupos: mixtos, masculinos y femeninos. La mayoría son de Cabezo de Torres, aunque también hay algunos que vienen de las pedanías y municipios cercanos.
El Carnaval de Cabezo de Torres no sólo ha crecido en el número de grupos, de participantes, y de días de desfile; también se han multiplicado las actividades carnavaleras.
Con el tiempo se han instaurado entre otros actos: la Cena de Convivencia de los Grupos de Carnaval, la presentación del Video del Carnaval del año anterior, la presentación del Cartel Anunciador del Carnaval, la Cena de Elección de Musa del Carnaval, el Pregón de Carnaval, la Gala de Entrega de Premios del Carnaval, etc…
A todo esto hemos de sumar los cerca de 2000 niños de los 5 colegios de la localidad (Las Lágrimas, Rubio Gomariz, María Auxiliadora, Salesianos y Antonio de Nebrija) que efectúan el desfile infantil de carnaval el viernes anterior a los desfiles de los mayores.
Muchos de estos niños vuelven a disfrazarse el domingo de carnaval para participar en la concentración infantil que se celebra en la plaza de la Iglesia Parroquial de nuestro pueblo donde se les hace entrega de pequeños obsequios donados por la Junta Municipal de Cabezo de Torres.
La masiva participación infantil en el Carnaval hace que auguremos un futuro halagüeño a esta fiesta tan particular de Cabezo de Torres.
Desde hace cinco años, en el Jardín de la Constitución, Cabezo de Torres tiene una escultura representativa de su Carnaval. La obra es de Miguel Llamas, autor entre otros de la Sardina que hay en el cauce del Río Segura, a su paso por la capital, en homenaje a la fiesta del Entierro de la Sardina.
Juan Vivancos Antón.
Cronista Oficial de Cabezo de Torres.
Artículo incluido en la revista del Carnaval 2008 de Cabezo de Torres.
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