sábado, 20 de marzo de 2010
LA CRUZ EN CABEZO DE TORRES.
LA CRUZ EN CABEZO DE TORRES.
La Cruz, símbolo del cristianismo, es también el distintivo que ha diferenciado a Cabezo de Torres del resto de las pedanías de Murcia. Si, a través del tiempo y el espacio, realizásemos una imaginaria “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres” podríamos observar que dos son los motivos principales en los que se basa este hecho distintivo, aunque hay otros varios motivos que también serán expuestos en este estudio.
Por un lado está la Cruz que corona el monte, o cabezo, de mayor altitud y que se conoce precisamente por el nombre de “Cabezo de la Cruz”.
En segundo lugar tenemos “La Cruz de la Familia López” que se encuentra a la altura del número 55 en la calle Mayor de Cabezo de Torres.
Intentar desvelar desde cuándo están estas cruces en Cabezo de Torres no es tarea fácil debido a que en esta pedanía no existe ningún tipo de archivo, incluso el parroquial desapareció pasto de las llamas durante la Guerra Civil Española.
Lo cierto es que estas dos Cruces han estado presentes en Cabezo de Torres, incluso antes de que a finales del siglo XIX esta localidad se desmembrase de Monteagudo y Churra y pasase a formar una nueva pedanía con unas tierras que anteriormente fueron conocidas por el nombre de “Cabezo de los Frailes” en relación a un convento Carmelita y posteriormente “Cabezo de la Santa” posiblemente en alusión al milagro de Ntra. Sra. de Las Lágrimas, Patrona de Cabezo de Torres ocurrido el 8 de Agosto del año 1.706.
Si como hemos afirmado, uno de los símbolos que ha diferenciado claramente a Cabezo de Torres del resto de pedanías de Murcia es la Cruz que corona su monte, o cabezo, de mayor altitud y que le concede precisamente su nombre propio: Cabezo de la Cruz parece razonable que empecemos por allí nuestra “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres”.
Es un verdadero misterio la fecha en que se colocó en ese lugar la primera cruz, aunque sí hay constancia de que mucho antes de que Cabezo de Torres llegase a ser una Localidad con Entidad Propia, cuando sus tierras estaban repartidas entre los partidos de Monteagudo y Churra principalmente, ya había una Cruz en la cima del cabezo.
En épocas pasadas la Cruz del cabezo ha servido como un punto de referencia para los huertanos de la zona. Era algo así como un sol más cercano, con el que orientarse desde los lejanos campos, antaño dedicados al cultivo de cereales de secano, en los que apenas había caminos o sendas.
Con la llegada de la electricidad se instaló una lámpara en la Cruz del cabezo, que apenas alumbraba lo que un candil, y que se mantenía encendida durante toda la noche. Se convirtió entonces en un verdadero faro, tierra adentro, ya que era el único referente luminoso que había en el pueblo. La Cruz del cabezo, servía como referencia a todos los que transitaban por el famoso Camino de los Soldados que pasaba por la zona norte de Cabezo de Torres, por el que transitaban personas y ganados desde el Camino de Madrid, en Espinardo, hasta las poblaciones de Jumilla y Yecla, en el altiplano, pasando por Fortuna.
Durante la Guerra Civil Española la Cruz del cabezo fue destruida.
A la conclusión del conflicto nacional sobre el romo otero que corona el cabezo se instaló una nueva cruz de madera natural, sin desbastar, que en la década de los años setenta de pasado siglo fue literalmente desintegrada por un rayo que solo dejó la base calcinada y humeante.
Se tomo entonces la decisión de restituirla colocando una nueva cruz, la que está hoy en día, pero esta vez de hierro. Con sus seis metros de altura y dos de longitud de punta a punta de sus brazos esta Cruz se alza sobre cuatro escalones de mampostería.
Su color originario era negro, pero, a comienzos de este tercer milenio, un joven de esta pedanía, Diego Nicolás El Profeta, actuando bajo inspiración divina, según él, se puso a limpiar todo el entorno del Cabezo de la Cruz. A continuación comenzó a pintar de azul las rocas de pizarra del monte, añadiendo unos toques de blanco en las crestas más altas para dar la sensación de unas cumbres altísimas coronadas de nieve. También la Cruz del cabezo fue pintada de azul y blanco tal como se puede apreciar hoy en día. Aunque el blanco de la nieve ya ha desaparecido de las rocas como evaporado por el intenso calor de esta zona mediterránea, pero el lugar permanece limpio, con su camino empedrado que facilita la ascensión, y sus piedras azules.
Durante muchos años el día 3 de mayor (Invención de la Santa Cruz), a los pies de la Cruz del Cabezo se organizaba una Misa Huertana vespertina en la que actuaban coros y rondallas. Con anterioridad la cruz se engalanaba con flores recogidas en la huerta del Cabezo que se acompañaban con adornos de papel o vegetales que elaboraban desde los más ancianos a los niños. Tras la Eucaristía los asistentes celebraban bailes que se prolongaban hasta bien entrada la noche.
En un principio fueron las cuadrillas de auroros los encargados de animar estos actos, pero con su lenta, pero progresiva, desaparición fueron sustituidos por la Rondalla de Antonio Mondejar El Pavo. Más tarde tomó el relevo la Peña Huertana “La Picaza” que lo ha estado haciendo hasta que hace apenas unos tres años se celebró por vez última, enterrando así una de las tradiciones más bellas de nuestro folklore local.
La vista desde el pie de la Cruz del cabezo es magnífica, abarcando toda la huerta murciana en donde destacan bajo el cielo azul y sobre los mil tonos del verde de la huerta, el Castillo de Monteagudo, la Torre de la Catedral y el Monasterio de los Jerónimos.
Cuentan algunos ancianos del lugar, que cuando antiguamente se tenía que emprender un largo viaje, se tenía la convicción de que si el viajero subía hasta la cruz y daba tres vueltas alrededor de ella, en el sentido contrario a las agujas del reloj, antes de que transcurriesen tres años era seguro su regreso al pueblo.
Es tal la vinculación de Cabezo de Torres con la Cruz que en el antiguo Blasón, obra de Eusebio Aranda, y que sirvió de escudo de Cabezo de Torres durante más dos décadas, figuraba la silueta del cabezo con la Cruz.
En el actual escudo de esta pedanía vuelve a figurar su cabezo coronado con la Cruz, pues los vecinos de Cabezo de Torres tienen asumido este símbolo religioso como parte de su identificación propia.
En nuestra “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres” bajamos al pueblo para visitar otra Cruz también muy importante. Nos referimos a “La Cruz de la Familia López”.
Esta familia es descendiente de Antonio López Majuelo a quién se atribuye la propiedad de la casa en donde milagrosamente lloró un busto de la Virgen de Los Dolores, el 8 de agosto de 1706, y que hoy es conocido como el Milagro de Nuestra Señora de Las Lágrimas, Patrona de Cabezo de Torres.
Señalar el lugar en donde ocurrió el milagro puede ser el origen de esta Cruz, cuya custodia ha pasado de padres a hijos, siendo los tres últimos D. Cristóbal López Muñoz, luego su hijo D. José López Muñoz y actualmente D. José López Rabadán. Como vemos se mantiene el apellido López y la Cruz otorga el apodo a esta familia, “De la Cruz” y a los negocios de los mismos: Horno de la Cruz, tienda de la Cruz, estanco de la Cruz, etc.
La Cruz originaria fue quemada durante la Guerra Civil Española. La Cruz que hay actualmente fue encargada por D. José López Muñoz al artista local Pedro Borja Perete, padre de nuestro internacionalmente conocido esculto-ceramista Pedro Borja, y que también fue autor de los frescos de los cuatro evangelistas que decoran la cúpula de la Iglesia Parroquial Ntra. Sra. de Las Lágrimas de Cabezo de Torres.
La Cruz de la familia López está pintada de negro, y tiene en los extremos de los brazos una terminación en forma de jarra y en el extremo superior una terminación esférica.
Sobre la Cruz hay sobrepuestas varias alegorías a la pasión y muerte de Jesucristo, talladas en madera y pintadas de blanco ó de plata: Destaca la inscripción “INRI”, la Corona de Espinas, unas tenazas, un martillo, la lanza de Longino, la espada con la que el apóstol Pedro cortó una oreja a Malco, la mencionada oreja de Malco, un gallo, una escalera, un Corazón de Jesús, un Cáliz, y otros símbolos deteriorados o ya desaparecidos.
Esta Cruz originariamente disponía de dos candelas de aceite que alumbraban durante toda la noche. Con la llegada de la electricidad se sustituyeron por una lámpara.
Los días 3 de mayo, el Hallazgo (Invención) de la Santa Cruz por Santa Elena, y el 14 de septiembre, la Exaltación de la Santa Cruz, las dos fiestas que hablan de valor salvífico de la Cruz, la familia López se encarga de engalanar la Cruz con las mejores flores de la huerta de Cabezo de Torres.
Ante esta Cruz de la familia López se desarrollaba la escena del encuentro de los Reyes Magos con Herodes en las representaciones del “Auto de los Reyes Magos” que tuvieron en Cabezo de Torres un auge extraordinario a finales del siglo XIX. El número de curiosos que acudían a ver estas representaciones eran muchísimo pues la fama y el prestigio de los actores traspasaba los límites de la localidad.
El texto de estas representaciones era uno de los que circulaban por la huerta murciana, aunque contenía alguna variante, pues como dice Eusebio Aranda en “Teatro medieval en un pueblo murciano” en el “Auto de los Reyes Magos” de Cabezo de Torres se añade el episodio de la Degollación de los Inocentes.
Esta segunda parte del “Auto de los Reyes Magos” pasó después a realizarse en la Plaza de la Iglesia Parroquial en donde algunas escenas se hacían desde el balcón de la Casa Parroquial, hasta que en 1965 se perdieron estas representaciones, aunque esporádicamente se hicieron dos o tres veces más.
Seguimos con nuestra “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres” pero esta vez saltamos en el tiempo para situarnos en los primeros días de la primavera de unos tiempos pasados con el fin de conocer las Cruces de Mayo que eran tradicionales en toda la Huerta de Murcia, ya que en Cabezo de Torres también estaba muy extendida esta costumbre como lo recoge el escritor y poeta D. Pedro Jara Carrillo en su novela de costumbres murcianas “Las Caracolas” que está ambientada en el Cabezo de Torres de finales del Siglo XIX.
Con motivo del día de la Cruz, tres de mayo, se acostumbraba a honrar a las novias regalándoles una cruz de flores. Los días anteriores a la fecha señalada, el novio o enamorado preparaba una cruz de flores. Eran auténticas obras de arte. Las casadas y las viejas ayudaban a los novios en esa porfía de amor, donde no sólo había que hacer el obsequio de una cruz a la novia, sino que, además tenía que ser la mejor y la más bonita.
Por la noche los enamorados colgaban la cruz en la reja de la ventana o en uno de los balcones de la casa de la novia. Y el día tres de mayo era un festival de flores en todas las fachadas del Cabezo.
En las calurosas tardes de mayo, se acostumbraba a salir en compañía de familiares y amigos a visitar las distintas cruces de los alrededores en torno a las cuales se organizaban los juegos que eran una especie de representaciones improvisadas a base de diálogos, música, baile y chistes, cuyo tema solía ser intrascendente, pero muy crítico y muy local.
Era tal la emulación por quedar bien que a veces se hacían cuantiosos dispendios económicos para comprar flores, pues algunos no se conformaban con las flores que era posible recoger en los bien surtidos jardines y macetas. En alguna ocasión aparecían fachadas de casas totalmente engalanadas.
Sin duda, la razón religiosa de la festividad de las Cruces de Mayo es recordar la Cruz de Jesucristo, pero los huertanos murcianos añaden al fervor cristiano la generosidad y belleza de las flores de su tierra y la alegría de sus gentes.
Después de la Guerra Civil Española esta costumbre desapareció rápidamente.
Caminamos entre huertos de naranjos y limoneros en la “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres” y nos vienen a la memoria las barracas que eran la construcción tradicional de vivienda de los huertanos de Valencia y Murcia. Elaboradas con cañas y barro, sobre la lomera de sus tejados, las barracas lucían en su parte delantera una cruz de madera que servía como indicativo de la profunda religiosidad de sus moradores al tiempo que ejercía su función como talismán defensivo ante cualquier mal o desgracia, desde un rayo a cualquier enfermedad.
Teodoro Rojo Calvo en su libro “Cabezo de Torres, apuntes para una historia” nos dice: “A principio de siglo, (refiriéndose al siglo XX) había muchísimas barracas, sobre todo en lo que ahora es el barrio de Los Palacios, y muy pocas casas. Las últimas barracas desaparecieron en 1957. De esa época se recuerdan como últimas existentes las del tío “Sana”, la tía Fuensanta “La Lirona”, el tío “Santos”, el tío “Botella”, la tía Carmen “La Gea”, etc.”
Nuestros pasos por la “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres” nos llevan hasta la Plaza de la Iglesia Parroquial de Cabezo de Torres, que a partir del día 17 de este mes ha pasado a llamarse “Plaza de la Iglesia Juan Pablo II” . Allí, en otro tiempo, una Cruz estuvo presente durante cuarenta años en la vida de Cabezo de Torres, al igual que sucedió en muchos otros pueblos de nuestro país.
Nos referimos a la “Cruz de los Caídos por Dios y por España”, erigida por del bando vencedor en la Guerra Civil Española, que se levantó en la plaza de la Iglesia Parroquial a finales de la década de los años treinta del pasado siglo y que fue derribada a finales de los setenta con el cambio de régimen político y la llegada de la democracia a España.
Esta Cruz estaba recubierta de mármol negro, tenía unos tres metros de altura, y se alzaba sobre una base de ladrillo visto cuya forma recordaba un yugo.
Por medio de este paseo que estamos realizando por la “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres” hemos podido comprobar la estrecha relación existente entre la Cruz y Cabezo de Torres, pero un acontecimiento extraordinario debemos citar en último lugar, no por menoscabo de su importancia sino por que ha tenido lugar hace tan solo unos pocos días.
A pesar de su gran importancia, esta noticia aún no ha sido ofrecida a la prensa al considerarse que estando muy próximo a celebrase este Congreso de los Cronistas Oficiales de la Región de Murcia que celebramos hoy 24 de junio de 2006 en Caravaca de la Cruz y siendo “la Santísima y Vera Cruz” el tema elegido, y desarrollándose los actos en este magnífico Centro de Estudios de la Vera Cruz, se decidió que este foro era el ideal para anunciar tan importante noticia a través de quien suscribe este texto.
Esta noticia tan importante es la llegada a nuestra pedanía de un lignum crucis, formado por dos astillas de la Santísima y Vera Cruz en donde murió Jesucristo.
El pasado día 10 de este mismo mes, con motivo de las bodas de oro sacerdotales del Párroco y Arcipreste D. Pedro Lorente Martínez, el Concejal Delegado de Descentralización, Participación Ciudadana y Mercados del Excmo. Ayto. de Murcia, D. Cristóbal Herrero Martínez, hizo entrega del lignum crucis al mencionado Párroco para que lo custodie y haga las disposiciones necesarias para posibilitar su veneración en la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de Las Lágrimas de Cabezo de Torres.
Este lignum crucis, que está formado por dos astillas de la Santísima y Vera Cruz dispuestas en forma de Cruz, ha sido adquirido gracias al esfuerzo económico de los empresarios Francisco López Bernabé y Mª Teresa Torres Bernal. Decisiva ha sido la aportación realizada por la familia Botías Torres y debemos destacar especialmente el importante esfuerzo personal realizado por Antonio Botías Saus durante el largo tiempo que han durando las gestiones internacionales hasta culminar con éxito esta misión inspirada y alentada por Cristóbal Herrero Martínez.
El lignum crucis, con su escritura de certificación de autenticidad, ha sido depositado en el Sagrario de la Iglesia Parroquial de Nuestra Sra. de Las Lágrimas de Cabezo de Torres en tanto se adquiere un relicario en donde colocarlo para su veneración por los fieles.
La presencia de este lignum crucis marcará un antes y un después en la devoción a la Santísima y Vera Cruz, no sólo por parte de los vecinos de Cabezo de Torres, sino por todos los habitantes del municipio de Murcia.
Por medio del lignum crucis de la Santísima y Vera Cruz, Cabezo de Torres de alguna manera se hermana con las localidades murcianas de Caravaca de la Cruz, Abanilla y Ulea que también tienen el privilegio de poseer un trocito de la Cruz en la que hace más de dos mil años, y a miles de kilómetros de distancia, murió Jesucristo y que marcó el comienzo de esta “ruta de la Cruz en Cabezo de Torres” que concluye en el interior del corazón de cada uno de los creyentes.
Juan Vivancos Antón
Cronista Oficial de Cabezo de Torres
Este artículo esta incluido en el libro de las "Actas del II Congreso de la Asociación de Cronistas Oficiales de la Región de Murcia" celebrado en 2006 en Caravaca de la Cruz.
Pag. 51-58
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