sábado, 20 de marzo de 2010

EL MILAGRO DE NUESTRA SRA. DE LAS LÁGRIMAS, PATRONA DE CABEZO DE TORRES







El Milagro de Nuestra Señora de Las Lágrimas, Patrona de Cabezo de Torres.
La Patrona de Cabezo de Torres es la Virgen de Las Lágrimas. El título se le dio a un busto de la Virgen de los Dolores que lloró el 8 de agosto de 1706 en la casa de Francisco López Majuelo, del partido de Monteagudo. (El solar que ocupó la mencionada casa se encuentra en pleno casco urbano de Cabezo de Torres)
Según los muchos documentos que hay sobre este Milagro los hechos acontecieron así:
Pasado el mediodía una criada subió a limpiar una habitación en donde había dos imágenes de la devoción familiar. Una de María Stma. De Los Dolores y otra de su Santísimo Hijo, ambas asentadas en tablas bastardas de yeso, de medio cuerpo, como de media vara de altura (unos 35 centímetros) y protegidas por sendas urnas de cristal sobre unos manteles.
La criada observó que el rostro de la Virgen estaba acongojado, que tenía la frente sudorosa y que de los ojos brotaban gruesas lágrimas. Llena de espanto y temor bajó a llamar a los amos y efectivamente, todos vieron llorar la imagen. Acudieron los vecinos más cercanos y se fue corriendo la noticia por la huerta llegando más labradores para ver el prodigio.
Habiendo pasado un buen rato todos los presentes pudieron comprobar que de nuevo la Stma. Virgen comenzaba a sudar y llorar durando hasta las cuatro de la tarde, corriendo el sudor y lágrimas por las mejillas, como unas gruesas perlas.
Nadie quería moverse de allí y todos tenían los ojos bañados en lágrimas de ternura y devoción. Hacia las nueve de la noche se ponen a rezar el rosario. Por tercera vez vuelve a llorar la Virgen. Esta vez por espacio de una hora.
Al día siguiente, 9 de agosto, las tropas leales a Felipe V acamparon cerca de la casa de Antonio López pues el día anterior habían mantenido un sangriento encuentro en las inmediaciones de Monteagudo. Enterados de lo sucedido, acudieron los oficiales, soldados y capellanes del regimiento. Estaban presentes muchos caballeros llegados de la ciudad de Murcia y otras muchas personas de la mayor categoría y todos fueron testigos de que la Virgen sudaba tan abundantemente que el agua salía de la urna de cristal, empapaba los manteles y caía al suelo, siendo necesario poner unos vasos para recoger el copioso sudor y las lágrimas.
Por la noche, hacia las doce, llegó el Obispo de Cartagena D. Luis Belluga. Cuando subió para ver la imagen, el llanto había cesado. No obstante había huellas y señales en el rostro de una forma especial, sobre todo en la mejilla derecha. La urna estaba húmeda. Los manteles empapados. El obispo se arrodilló, hizo oración y, luego sacó a la Virgen de la urna, la registró, comprobó que era de yeso, limpió con un lienzo parte de las señales de las lágrimas en su cara y quedó convencido de que era imposible una falsificación. La encerró de nuevo en la urna y, junto con la imagen de su Hijo, la transportó hasta una casa contigua, en la que se tenía que hospedar. En dicha casa había una pequeña ermita. Allí dejó ambas imágenes durante dos días, en los que el obispo no se separo de ellas, mientras preparaba el traslado a la ciudad de Murcia.
Entretanto la gente de Murcia se enteró de lo sucedido, y acudían en masa para admirar el prodigio. Pero aunque siempre había observadores para ver si el llanto de la imagen se repetía, ya no se dio más.
Belluga, preocupado por demostrar que aquello no era un engaño, mandó llamar a al provisor, y a los notarios más prácticos, y a un fiscal del obispado para que redactaran un informe de lo ocurrido interrogando a gran número de testigos de toda clase.
Mando aviso a varios peritos en yeso, barnices, pinturas, etc. que durante dos días reconocieron la imagen, su composición y cuanto consideraron necesario para elaborar un informe sobre lo sucedido.
El Cabildo de Murcia escribió una carta al Obispo pidiéndole que la imagen de la Virgen fuese colocada en la Catedral, ofreciéndose para llevarla en procesión desde la ermita en donde se encontraba hasta la Catedral.
El traslado de la imagen se hizo el día 11 por la noche en una solemne procesión. El obispo llevaba las dos imágenes y los manteles. Todo tuvo una solemnidad extraordinaria. Imágenes y manteles fueron depositados en la capilla de San Andrés, una de las más interesantes de la Catedral, hasta que se le construyese un templo con el nombre de Los Dolores.
El obispo, con los datos del examen de los peritos en la mano, con las declaraciones juradas de los testigos, con el informe del Provisor, el Notario y el Fiscal, publicó una Pastoral conforme al Concilio de Trento y declaró que las lágrimas eran milagrosas. En la Pastoral habla de lo que ha visto, de los exámenes realizados, de los testigos y de la opinión de teólogos, concluyendo: “…declaramos por milagrosas dichas lágrimas, y sudor, y digna de veneración y culto la Sagrada Reliquia de los Manteles, donde corrió el sudor y las lágrimas.”
Luego el obispo explicó el motivo de estas lágrimas. Primero habló de la misericordia de la Virgen para la ciudad de Murcia. Las lágrimas eran la petición de María a su Hijo para que ayudase a las tropas que defendían la Ciudad.
Una segunda razón de estas lágrimas las encuentra el obispo en el hecho de que las tropas austracistas habían entrado en la ciudad de Alicante cometiendo toda clase de profanaciones.
Como estos hechos sucedieron ente las doce del mediodía del ocho de agosto y durante todo el día siguiente, precisamente el tiempo que duraron las lágrimas, el obispo tras exigir juramento de verdad a los testigos, concluye que el carácter de la guerra tiene significación religiosa: “… a la vista de la demostración que el Cielo ha hecho con tan claras señales… la debemos reputar y defender por tal guerra de religión”.
Como es natural que suceda en toda guerra, el bando austracista, por boca del regidor Diego Rejón de Silva, defendía que la Virgen lloró del dolor que le causaba ver a un obispo dedicado a la guerra y a cuestione profanas.
Tras estas declaraciones Belluga toma algunas medidas. Entre ellas está la de mandar a varios sacerdotes para que hablen a las tropas y les inviten a unirse a las lágrimas de la Virgen con ayunos y oraciones. De esta forma, querían implorar de la misericordia de Dios la ayuda para la causa de la guerra. Igualmente demanda y establece turno en las diferentes iglesias y parroquias de la Ciudad, para que se eleven plegarias a Dios con el mismo fin, concediendo indulgencias diversas.
También provee para que se erija una suntuosa ermita a la Virgen de Los Dolores en el mismo lugar donde la Virgen lloró.
El obispo quiso entregar la imagen a la Congregación de Filipenses para que la custodiasen. La fundación quedó acordada con los Filipenses el Viernes de Dolores de 1713. Se les donó la imagen. Pero no la retiraron, ya que había una cláusula que ponía como condición para retirarla el disponer de iglesia propia donde darle culto. La Congregación del Oratorio de San Felipe Neri tuvo iglesia en Murcia, que más tarde sería conocida como Iglesia de San José. Se desconoce el motivo por el que los Filipenses no se llevaron la Imagen de la Virgen de Las Lágrimas, tal vez el propio Belluga no quiso desprenderse de la Reliquia, ya que era devotísimo de esta advocación mariana.

La imagen milagrosa de Nuestra Señora de Las Lágrimas regresó a Cabezo de Torres en 1994.
El tiempo pasó y las generaciones que se han sucedido no han olvidado el hecho, aunque en 1975 escribía Teodoro Rojo “… La Imagen milagrosa permanece en la capilla de San Andrés, en la iglesia Catedral. El deterioro y abandono de la reliquia se hace cada vez más visible…”
El día 16 de octubre de 1994, volvió a su pueblo de Cabezo de Torres la venerada imagen milagrosa de “Nuestra Señora de Las Lágrimas” tras 288 años de estancia en la Catedral de Murcia. El pueblo celebró con júbilo su regreso, siendo entonces nuestro Obispo D. Javier Azagra Labiano, ejerciendo de Vicario General y Dean del Cabildo D. Antonio Martínez Muñoz y nuestro párroco arcipreste D. Pedro Lorente Martínez. Como colofón a tan digna efemérides, nuestro Obispo concedió a nuestra Parroquia un año Jubilar Mariano.
La imagen milagrosa de Ntra. Sra. de Las Lágrimas se encuentra expuesta en la capilla del Sagrario de la Iglesia Parroquial de Cabezo de Torres cuando se cumple el III centenario del milagro.

Los relicarios.
Además de la imagen de Ntra. Sra. de Las Lágrimas se conservan otros dos relicarios, uno en el Monasterio de Santa Ana de Murcia y otro en la Iglesia Catedral de Murcia. De la otra imagen, Jesús, que había en la casa de Antonio López Majuelo ya no se ha vuelto a tener noticias desde el día en que fue trasladada a la Catedral.
Relicario del P. Peinado.
El relicario es una pieza cargada de valor histórico y sentimental, pues evoca la figura del Cardenal Belluga y su afecto por el P. Peinado, a quien se lo entrega, y al propio Fr. Nicolás, que la recibe con el corazón alborozado, pues su devoción por los Dolores de María le hace estimar como una joya la ofrenda del Cardenal. En este relicario, antes desconocido, incluso sin más resonancia que el saber su procedencia, que va pregonando la inscripción que al pie de la Dolorosa reza, “Liezo en que se recoxieron las milagrosas Lagrimas y sudor de MARIA SSma de los Dolores dio lo El EXmo. Sr. Dn Luis Belluga Obpº de Cartna para culto de la debota ymagen de N. S. de lasLagrimas que se benera en el Real Combto. de Sto. Domingo de Murzia”
Queda patente la identidad de Fr. Nicolás, pues al abrirlo, en su interior, junto con un trozo de mantel sobre el que cayeran las lágrimas de Ntra. Señora, aparece un trozo de papel grueso, en el que se puede leer: “este Relicario y Lienzo donde Sudo Nuestra Señora de las Lagrimas lo dio de Limosna el Señor Cardenal Velluga al Padre Peinado en Santo Domingo de murcia – año 1714”
Relicario del Museo de la Catedral de Murcia.
Los manteles sobre los que lloró la Virgen fueron objeto de polémica para ver quién se quedaba con ellos. Incluso el Rey de España, Felipe V, estuvo interesadísimo en el asunto. Al final los corporales no salieron de Murcia. En 1963, junto con varias pinturas fueron incorporados al museo de la catedral. Están colocados en un cuadro acristalado. En el reverso se lee la siguiente inscripción: “Corporal en el que cayeron las lágrimas de la imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas”.

La profunda devoción del Cardenal D. Luis Belluga y Moncada hacia la advocación mariana de la Virgen de Los Dolores.
Muchos son los documentos que demuestran que el milagro de la Virgen de las Lágrimas se cruzó en el camino del Obispo y lo marcó tan profundamente que no dudó en hacer de él bandera de su Episcopado. A partir de entonces Belluga no escatimaría esfuerzos, desde el pulpito y fuera de él, para potenciar y hacer extensiva a los feligreses de su Diócesis la inquebrantable fe que tenía depositada en esta advocación mariana.
Tanto fue el amor del mitrado por los Siete Dolores de la Virgen, que consagró toda la Diócesis a la devoción de la Virgen de los Dolores, e incorporó a su escudo episcopal el corazón traspasado por siete espadas, en referencia a los Dolores de María Santísima, reflejados en la Virgen de las Lágrimas.
Belluga no dejaba pasar ninguna oportunidad para dar cuenta del milagroso suceso y al año siguiente se expresaba en estos términos desde los púlpitos de nuestra Catedral, en el famoso “Sermón de la Virgen de las Lágrimas”: “merecimos el año pasado ver sudar y derramar copiosas lágrimas a la Virgen, en el tiempo de mayor aflicción de estos reynos, para que por este medio persuadir a más a mi pueblo lo que su fé siempre ha creído”.
Así inicia Murcia su “Siglo de Oro”, en el cual nuestro imaginero más universal, el inmortal Salzillo, estaría llamado a plasmar con su gubia la gran devoción de la diócesis: “La virgen de los Dolores”, imagen que recreó en numerosas ocasiones, llegando a rozar lo sublime en el encargo de La Dolorosa para la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia, tallada en el año 1755.

Concesión de un “Tiempo Jubilar Conmemorativo del III Centenario del Milagro de la Virgen de Las Lágrimas”.
El Obispo de nuestra Diócesis DR. D. Juan Antonio Reig Pla, a petición del Párroco y Arcipreste D. Pedro Lorente Martínez ha establecido y promulgado en el “Templo Parroquial de Ntra. Sra. de Las Lágrimas de Cabezo de Torres”, la celebración de “Un Tiempo Jubilar Conmemorativo del III Centenario del Milagro de la Virgen de Las Lágrimas”, entre el 30 de marzo de 2006 y el 30 de marzo de 2007, enriquecido con las indulgencias concedidas por el Santo Padre Benedicto XVI, según el certificado remitido por la Penitenciaría Apostólica y firmado por Jacobus Franciscus. Cardenal Stafford.




Juan Vivancos Antón.
Cronista Oficial de Cabezo de Torres.



Artículo publicado en el libro de las Fiestas Patronales 2006 de Cabezo de Torres.


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