sábado, 10 de marzo de 2012

CARAMELOS DE SEMANA SANTA


Una de las principales características que distingue a la Semana Santa de Murcia del resto de las que se celebran en España, es la entrega de caramelos y obsequios por parte de los nazarenos al público que presencia el cortejo penitencial.
Un penitente puede repartir unos diez o doce kilos de caramelos durante la procesión y los nazarenos-estantes, reparten cincuenta o sesenta kilos. Esta es una tradición generosa, bonita y entrañable que se realiza con el decoro y respeto debido, no solo en la ciudad de Murcia, también en sus pedanías y en muchos otros municipios de la Región.
La tradición de los caramelos en Murcia es muy antigua, pues está documentado que ya en el siglo XVII, los nazarenos solían llevar dulces o pasteles, escondidos en sus buches o senás, que comían o regalaban durante el recorrido. Este hecho motivó que el 4 de abril de 1.712 el obispo de la diócesis Luis Belluga dictara un edicto “prohibiendo que durante las procesiones los nazarenos se dieran dulces ni cosa alguna, haciéndolo extensivo a los que presenciaban el cortejo”.
Existen varias teorías sobre el inicio de esta costumbre; una de ellas defiende que el Penitente, o nazareno de filas, entrega caramelos rememorando una costumbre medieval por medio de la cual la Iglesia le obligaba, en el transcurso de las penitencias públicas, a restituir el daño ocasionado por faltas cometidas. El pecador aprovechaba el anonimato de la túnica penitente para entregar al ofendido aquellos bienes que creyera oportunos en señal de arrepentimiento.
Para el nazareno-estante, el origen de esta tradición parece ser distinto; Como eran los huertanos de Murcia los que sacaban los pesados tronos y permanecían en la calle durante muchas horas, con el gran esfuerzo físico que suponía, la Iglesia permitía a estos hombres que en el transcurso de la procesión, pudieran tomar alimentos que ayudaran a fortalecerles en el intenso trabajo. Al tratarse de gentes humildes de la huerta, venían provistos de habas tiernas, huevos duros y monas.
El nazareno-estante se echaba gran cantidad de estos productos en el seno de su túnica y a lo largo del recorrido aprovechaba para convidar a sus amigos y conocidos a compartir con él las ricas viandas que portaba en el interior de la sená. Esta costumbre se fue generalizando hasta llegar a nuestros días.
Sin embargo, no todas las cofradías de la Semana Santa murciana participan de esta ancestral costumbre. Las más modernas, llamadas de estilo andaluz, guardan riguroso silencio en el transcurso de la procesión y sus nazarenos no entregan objeto alguno. Cosa que sí hacen las consideradas murcianas cuyas señas de identidad y formas de procesionar son las mismas desde hace más de cuatrocientos años.
De las 16 cofradías que desfilan a lo largo de los diez días que dura la Semana Santa, solamente la de la Fe, Salud, Rescate, Refugio, Retorno, y Yacente, prohíben a sus integrantes repartir cualquier tipo de obsequio durante el desfile. Las demás, del Amparo, Caridad, Esperanza, Perdón, Sangre, Jesús, Misericordia, Servitas, Sepulcro y Resucitado, siguen con la tradición.
Predomina el caramelo aunque, últimamente también se dan otros obsequios como recordatorios, pins, llaveros, escudos y otros artículos de la cofradía a la que pertenece el nazareno.
El caramelo es algo consustancial a la Semana Santa de Murcia, y confiteros decimonónicos como Ruíz-Funes, Ros o Alonso, lo elevaron a delicia para el paladar.
La Confitería de Ruiz-Funes, fundada en el año de 1.820, a finales del siglo XIX comienza a realizar caramelos alargados, conocidos como “la pastilla”, en cuyos envoltorios aparecían impresos versos alusivos a la Semana Santa, a la mujer murciana y otros valores de la tierra.

Juan Vivancos Antón
Cronista Oficial de Cabezo de Torres


Artículo publicado, el sábado día 10 de marzo de 2012, en el diario La Opinión, página 7 dedicada a Murcia en la sección “El lugarico”.

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